sábado, 2 de mayo de 2009

R.I.P. Arte funerario en Cortazar, Guanajuato.

En este mar de casualidades en el que navego, llegué al panteón de Cortazar, a 20 kilómetros al oriente de Salamanca y me topé con una impresionante tumba donde está escrito un soneto que es, en verdad, de una delicada fuerza sacada desde lo más profundos sentimientos. Nos transmite la pena que en su momento el padre del joven Crescenciano Flores, que murió el día 5 de Septiembre de 1877, a los 19 años, 11 meses y 22 días de edad. Allí consigna su afligido padre el siguiente soneto:

En el mar tormentoso de la vida,
eras tú solo, mi única esperanza.
Había en tu porvenir de bienandanza,
del triste corazón la paz cumplida.
Mas hoy el alma en el dolor hundida,
hacia la tumba presurosa avanza.
Y ni siquiera a comprender alcanza,
de su terrible pena la medida.
Porque fuiste mi solo compañero,
y eres la vida de la vida mía.
Fruto querido de mi amor primero,
eras de mi existencia la alegría.
Mi dicha, mi cariño lisonjero,
arrebatado por la muerte impía.



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