martes, 3 de noviembre de 2009

El Altar de Muertos, el regreso del Mictlán

Acabamos de celebrar a los Fieles Difuntos, así como se le denominara desde el siglo IX y que fuera solemnizada por el Papa Gregorio IV en el año 835. Pero acá en México la antigua tradición nos hace recordar un poco de la idea de vida y muerte que se mantuvo siempre vigente entre los pueblos Mesoamericanos. Por suerte esta es una de las tradiciones que se ha podido rescatar, hubo momentos en que casi desaparece, ahora la tenemos casi recuperada y ya catalogada como un Patrimonio de la Humanidad.

Y en esa base decidí, una vez mas hacer un recordatorio a los muertos, tratando de incluir el mayor número de elementos que lo conforman. El camino que conduce al Mictán, iluminado por velas, flanqueado por olorosa flor de jamaica, con su cruz de sal, tanto para purificar como para hacer énfasis que en el recuerdo el muerto vive. (Recordemos que la sal es el conservador natural por excelencia), allí el perro Xoloitzcuintle lo está esperando para guiarlo, el muerto está ciego, necesita de esa guía, necesita ser orientado es por eso que aparecen cuatro cañas, indicando las cuatro direcciones, las cuatro estaciones del año, los cuatro ángulos del mundo.

Una olla de agua espera al muerto, hay una toalla y jabón, el muerto viene desde muy lejos, seguramente estará sediento, cansado y sucio, por es la primera atención que tenemos con él es ofrecerle agua, un taco, un chocolate, todos elementos propios de nuestro país. El pan de muerto se integra de la cultura europea, es una clara representación de nuestro mestizaje. En el altar hay cuatro mazos o manojos de hierbas, albahaca, manzanilla, romero y laurel, todas aromáticas y sirven para crear una atmósfera perfumada y relajada, el muerto estará unas horas presente en nuestros recuerdos para que luego de la velada regrese a su lugar y siga descansando en paz.

En la actualidad hay distintas formas de montar los altares, algunas incluyen otros elementos que son propios de la región donde se están elaborando, en el centro del país la abundancia de flores es impresionante, en Michoacán los altares son una explosión de color naranja y amarillo, en otras es menos elaborado o más solemne, lo importante es mantener vigente la tradición que es tan antigua y de tan profundo significado que para ello te presento unos breves extractos de los ceremoniales aztecas en algunas de las festividades de sus deidades, verás allí que tan profundas son las raíces de los Altares de Muertos.

En el mes Izcalli dedicado a Xiuhtecuthli, dios del fuego sucedia que “después, los cinco prisioneros de guerra, hombres avezados a matar y morir, bebían una enorme jícara de teoctli, el vino de los dioses, y ascendían uno a uno las gradas del templo, con paso lento y marcial, casi con arrogancia, hasta llegar a lo alto, donde estaba la piedra de los sacrificios”. En el mes denominado Xocotlhuetzi, la caída de los frutos, dedicado también al fuego volvemos a encontrar el licor: “Y para que pudiesen aguantar el dolor, a estos que morían les daban de beber teoctli, el vino de los dioses y les restregaban la cara y cuerpo con unos polvos de una hierba que nombraban yahutli, la cual hace perder los sentidos". ¿Será ese el origen de incluirle una bebida alcohólica al muerto en su altar?

En el mes Tecuilhitontli dedicado a Hixtocíhuatl, diosa de la sal, sucedía algo que ayer vimos por todos lados: “Toda la gente que a esta hora asistía a la ceremonia, la cual se hacía en el Templo Mayor, frente a la capilla de Tláloc, llevaba en las manos unas flores amarillas que se llamaban cempoalxóchitl, y otros traían en las manos la hierba que llaman Iztáuhyatl, que es un ajenjo blanco que adormece los sentidos”.

En el mes Tepeilhitl, fiesta de los montes, encontramos que “luego descendían los cuerpos en las mismas literas, deslizándolas poco a poco por las gradas del templo y deteniéndolas con las manos para que no se cayesen; llegado abajo, otros ministros del templo cargaban las literas con los cuerpos y los llevaban a enterrar a algunos de los lugares llamados ayauhcalli, la casa de la niebla, que eran unos oratorios consagrados a los dioses del agua, los cuales estaban situados a la orilla de la laguna, uno hacia cada uno de los puntos cardinales”. Aquí podemos constatar cuan importante es marcar siempre los puntos cardinales en los Altares de Muertos.

Durante el mes Quecholli, dedicado a Mixcóatl, dios de los cazadores y su esposa Coatlicue, diosa de la tierra, el ceremonial incluía que “el último de estos cinco días, hacían unas saetas pequeñas y atáñanlas de cuatro en cuatro, juntamente con cuatro mechas de hilo de algodón, y estos manojitos los ofrecían con dos tamales dulces sobre los sepulcros de los muertos. Estaba esta ofrenda sobre la sepultura todo el día y por la noche la quemaban; el carbón y las cenizas que quedaban de ella, lo enterraban después en la misma sepultura; y esto era una ceremonia que hacían a hora de los que hacían a la honra de los que habían muerto en la guerra”. La cruz católica fue fácil de incluirla dentro del concepto que encierra el número cuatro dentro del altar y en esto vemos como fue propiamente el inicio del altar de muerto en el mismo panteón, cosa que anoche sucedió en los cuatro ángulos de nuestro país.

El contar con un Patrimonio de la Humanidad, intangible es por algo tan profundo, como profundo es el significado del Altar de Muertos. Para este artículo me apoyé en el libro El pensamiento mítico de los aztecas del Maestro Jesús Álvarez Constantino, Editorial Balsal, Morelia, Mich. 1977.

2 comentarios:

  1. Esta lleno del toque "arredondesco", detalles minimalistas que tal vez solo el que este familiarizado se de cuenta. Me encanto!
    Beatriz

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  2. Felicidades por cada altar. Los he admirado de 2012 hasta esta fecha y cada uno ha sido especial y diferente.

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