jueves, 17 de marzo de 2011

El Santo Niño de Atocha en Plateros, Zacatecas

Que mejor manera que cerrar esta primer recorrido que hacemos por el Camino Real de Tierra Adentro que acabarlo en Plateros, justo frente al altar del Santo Niño de Atocha, imagen a la cual mi historia, la más personal e intima que te pueda contar se liga. Te la cuento: Como bien lo sabes, ya peino canas, aunque, por fortuna y, sobre todo, por genética son pocas, casi contadas las que tengo a mis ya casi 56 años de existencia. Sucede que hace precisamente esa suma de años, cuando aun moraba en la mejor habitación que he tenido en toda mi vida, el vientre de mi madre, ella supo que yo venía mal, había un nombre que en la época, 1955, se usaba para designar el mal, algo así como “amarrado”.

Quizá estoy confundiendo las cosas pues en ese entonces los ultrasonidos no se usaban y saber el sexo del bebé era sorpresa que se daba justo en el momento de nacer. Por lo que, seguramente fue durante el proceso del parto que mi mamá se enteró de que además de amarrado, “venía de nalgas”, pobre de ella, la ventaja, por así decirlo, fue que yo era ya su octavo parto. Como quiera las posibilidades de que muriera allí eran muchas. Ella, manifestando su devoción, cosa que siempre hizo más nunca me impuso, invocó al Santo Niño de Atocha, el cual, a su decir, apareció justo en la sala de expulsión de la ya desaparecida clínica de don Benjamín González en Irapuato, a tan solo 18 kilómetros de Salamanca. (Sí, efectivamente, yo nací en Irapuato pero soy y seré siempre de Salamanca).

Las costumbres de la época marcaban que toda petición concedida involucraba el pago de una manda, consecuentemente la manda hasta Plateros, en Fresnillo, Zacatecas, se tendría que hacer. Cosa que, lamentablemente, nunca se pudo dar, nunca lo pude hacer del brazo de ella pero como, hay que pagar siempre las deudas, más aun, las deudas espirituales, en la primera oportunidad que tuve de llegar a Plateros, lo hice. La promesa quedó cumplida, aunque lo hice en solitario, pues ella tenía ya una docena, o más, de años de haber fallecido.

Independientemente de eso, creo que la historia del Niño de Atocha es una de las más bellas que se ha ido tejiendo a lo largo de los siglos. Inicia, claro está, en Atocha, es decir, en Madrid, cuando los Sarracenos invadían España, justo en la última parte de la Edad Media; y la ley que ellos impusieron era que, todo prisionero Católico que tuvieran podría recibir alimentos de parte de su familia, siempre y cuando les fueran llevados por un hijo varón de menos de 13 años.

Todos los niños y jovencitos que iban a la cárcel se asombraban siempre de ver un niño que destacaba entre todos, primero por la dulzura de su rostro y, más que eso, porque en la cesta que llevaba en la mano izquierda siempre había pan, y lo daba a todos aquellos Cristianos que no tenían familiar alguno que les llevara la comida. En la diestra llevaba un cuenco con agua el cual jamás se agotaba.

El rumor crecía cada vez, pues la imagen del niño no pasaba desapercibida, sino todo lo contrario, y sucedió que los padres custodios del templo de la Virgen de Atocha veían como las sandalias del Niño se veían sucias, enlodadas. Las limpiaban y al día siguiente volvían a aparecer sucias también, fue entonces que se supo que era precisamente el Niño de la Virgen de Atocha Virgen de Atocha el que aparecía en la cárcel para alimentar a los presos Católico cuyo delito era ese, precisamente el ser Católico.

Cuando las minas son descubiertas en Zacatecas una de ellas estaba precisamente en Plateros, lugar a donde el acaudalado (desconozco su nombre) minero levanta el templo para El Señor de los Plateros, Cristo que es traído desde España y del cual aun podemos ver el estuche en donde fue transportado hasta Veracruz para de allí seguir, en 1690 el Camino Real y depositarlo en la mina cercana al Fresnillo. Se incluyó dentro del templo una imagen de la Virgen de Atocha, misma que desapareció pero se conservó el Santo Niño que llevaba en sus brazos. El tiempo y la fe popular fue haciendo cada vez más importante el culto al Santo Niño, dejando en un segundo plano la veneración al Cristo de los Plateros.

En la actualidad el Santuario del Santo Niño de Atocha en Plateros, Zacatecas, se ubica entre el tercero y cuarto lugar de los más visitados en México, lista que encabeza la Basílica de Guadalupe, le sigue la Basílica de San Juan de los Lagos y el tercer sitio varía entre el Santo Señor de Chalma y el Santo Niño de Atocha. La colección que conservan de retablos a un costado del templo es algo en verdad impresionante, una prueba latente de la fe hacia la imagen del Niño.

Las fotografías que aquí aparecen corresponden a la exposición de retablos del Museo Zacatecano, las que tomé en el Santuario quedaron dentro de la memoria de la cámara que me fue robada… cosas de la vida, algún día volveré a Plateros y te podré compartir las imágenes del sitio. Los apuntes que tengo sobre Fresnillo relacionados al Camino Real de Tierra Adentro los dejo también para mejor ocasión pues las fotos de ese sitio corrieron con la misma suerte.


Esta que ahora vemos es la Virgen de Atocha, que lleva en sus brazo al Santo Niño de Atocha, al cual me encomiendo para lograr mi cometido de seguir recorriendo el Camino Real, esta vez desde su Santuario en Plateros, hasta el Real del Parral.

Amén.



1 comentario:

  1. benjamin
    el nombre del noble acaudalado que funda el santuario de plateros es el de Don fernando de la campa y cos y el nombre antiguo de esta hacienda minera es el de nuestra señora de los dolores del paso de jara, o mejor conocido como la zanja

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