sábado, 30 de junio de 2012

Esta es la razón por la cuál decimos que el desierto está vivo.

 Hoy hacemos otro ejercicio fotográfico, pero esta vez vamos en busca de la vida salvaje que por estos rumbos del Noroeste del país existe. Todas estas fotografías las he tomado en San José del Cabo y en La Paz, ambas poblaciones del estado de Baja California Sur. Los momentos han sido meramente circunstanciales, ha sido sólo cosa de llevar la cámara fotográfica y disparar en el momento preciso... como aquí, por el malecón de La Paz en donde estaban estos albatros.

 Una garza en el estero de San José del Cabo.

 Pelícanos en la bahía de La Paz.

 No sé el nombre de esta ave, pero su elegancia es notoria, la tomé en la piscina (vacía) del Gran Baja en La Paz.

 No estoy del todo seguro que esta sea una garza en el esero de San José del Cabo.

 Por la colina donde vivo abunadan las liebres.

 Un pajarito caído, desconozco su nombre científico.

 Y este crustáceo, tal vez pariente de las langostas, tiene un diseño que sería la envida del mejor tatuador de la región.

 Los restos de un gato que, seguramente por curioso, murió.

 Un tiburón...

 Una serpiente que espero haya podido cruzar la calle sin ser despedazada.

 Un marlin, de los que son asediados por los pescadores deportivos.

 Un atún, así de fresco es delicioso.

 Estos peces creo que los traen de los mares del sur...

 La iguana vive en ese cubo que vemos, eran tres los moradores.

Esta terry se llama Winter y se la pasa dormida habitualmente.

 Unos patos de los que tienen el pico rojo...

 Un correcaminos.

 Creo que esta es un águila pescadora, pero no estoy seguro.

 Estos insectos los vi siempre en esta planta, la devoraron por completo, pero nunca se movieron de allí, incluso allí depositaron sus huevos.

 No sé el nombre de esta ave zancuda, pero observé que al abrir las alas éstas eran de un tono verde tornasolado bastante bello.

 Agazapada vemos aquí a un ave que no puedo reconocer.

 Idílica escena con un solitario pelícano.

Un perro más que queda embarrado en la Carretera Transpeninsular...

viernes, 29 de junio de 2012

La Passión según El Bable.

 No sé si fue Johann Sebastian Bach, quien usó por primera vez este término de "La Pasión"; él se basó en el largo nombre latino de Passio Domini Nostri J.C. Secundum Evangelistam Matthaeum. También escribió la Pasión Según San Juan. Doscientos años después aparece en el cine mexicano la obra de Jaime Humberto Hermosillo La Pasión Según Berenice; catalogada, por cierto, con el número 33 de las 100 mejores películas mexicanas. 

 Yo tomo el nombre a sabiendas de que por estos rumbos de la Baja California Sur, coloquialmente se le denomina La Passión, (con doble ese) a La Paz, la capital del estado. La primera vez que alguien me lo mencionó me causo gran sorpresa y mayor hilaridad. Me pareció un nombre ambicioso y exagerado pero, una vez que fui conociendo a profundidad lo que realmente es La Paz, entendí que mejor nombre no puede tener con eso de La Passión.

 La Paz, el centro de La Paz es, en efecto, un sitio lleno de paz, un verdadero remanso de tarnquilidad, especialmente si sales a caminar sus calles entre las 14 y las 17 horas, tiempo en que la tradición marca que es la hora de ir a reposar y tomar una siesta a casa. Por lo tanto las calles se vacían, y eso para mi es apasionante. Puedo enfocar, puedo buscar el ángulo adecuado sin tener que esperar a que pase la gente o que la calle se despeje de autos.

 Nunca dudé de que si hubiera las facilidades de trabajo que hay en Los Cabos, hubiera seleccionado, sin pensarlo dos veces, vivir en La Paz. Las cosas no se dieron y soy solamente un turista más que recorre las calles de La Passión, justo a la hora en que el termómetro sube a los 35, 36, 38, 40 y en ocasiones a los 42 grados.

 Y en este ejercicio fotográfico lo que te quiero mostrar es la insólita y particular belleza que las calles de La Paz muestran a la hora en que el calor, para algunos, se vuelve intolerable. Esta es pues, La Passión según El Bable.