miércoles, 4 de julio de 2012

El cerro de las antenas en San José del Cabo, Baja California Sur.

 Es curioso ver como, en nuestros días, las cosas que nos rodean, los puntos de referencia, van cambiando de nombre y se van adecuando a lo que hoy es la vida cotidiana. En el siglo XVI lo más común fue que los cerros en México, es decir en Nueva España, adquirieran nombres de santos, esos cerros gloriosos que antes llevaban el apelativo de "Tépetl" que no era otra cosa más que la voz náhuatl para nombrar a un cerro.

 Ya para el silgo XVII había la necesidad de darle a los cerros los nombes del valor que contenían, no me refiero al cerro del oro o de la plata, sino, por ejemplo al del Vigía que era, habitualmente, el punto más alto cercano a una población desde donde se podía vigilar de cualquier posible incursión. Aquí en San José del Cabo aun queda esa referencia en una de las colinas que ahora, está circundada de casas y en las proximidades de un campo de golf.

 Para el siglo XVIII el nombre más común en los cerros, además del de los consabidos santos, San Esto o San lo Otro, era el Cerro del Cuatro. El cuatro porque, entonces se acostumbraba descuartizar a alguien luego de haber cometido un lilítico y se exhibía parte de su cuerpo, el cuarto del mismo, un brazo, una pierna o, incluso, la cabeza. Esto como adevertencia de lo que le sucedería al próximo que infringiera la ley.

 Hoy día tenemos ya bien implementado el nombre del Cerro de las Antenas y no hay población que se salve a ese nombre, pues, en estos modernos tiempos, toda población requiere de antenas para la transmisión o retransmisión de telefonía fija, celular o de cualquier otro tipo de comunicación que requiera el uso de la antena.

 Así pues, nos fuimos al Cerro de las Antenas que está aquí en San José del Cabo para admirar desde lo alto el magnífico paisaje que se presenta desde las alturas. Los campos de golf, las zonas residenciales, la mar azul, los montes, colinas, cerros y, al fondo, la majestad de la Sierra de la Laguna.

 Y, desde lo alto apreciamos, además de lo hecho por el hombre, algo aun mejor, lo que la naturaleza ha creado en este punto final de la península de Baja California Sur. Su aridez, su entrorno agreste, su magnificencia (insisto con este adjetivo calificativo) que crea la unión de tierra y mar. Te dejo varias tomas más.

















Este artículo va dedicado a mis buenos amigos de Comunicaciones Los Cabos, S.A. de C.V. a quienes siempre les estaré agradecido por todas las atenciones que me han dispensado.

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