jueves, 13 de diciembre de 2012

El pueblo de San Miguel Istla, municipio de Apaseo el Grande, Guanajuato.

 Por este rumbo del Bajío hay ligeras pendientes o colinas, con gran abundancia de mezquites, huizaches y garambullos, esos los ves en esta fotografía, son cactus, como pequeños árboles, producen la deliciosa fruta que en el verano abunda por la región. Estamos en el municipio de Apaseo el Grande, tomamos un camión en la central de autobuses, se dirige a Obrajuelo que es el rancho más próximo a Istla. Para llegar allí se fue por veredas, dado que estaba una reparación en la autopista en el tramo Apaseo-Querétaro y dio vuelta para enfilar a Istla en donde está la entrada principal a la fábrica de Procter & Gamble. Así pues, luego de unos 40 minutos llegamos a nuestro destino, una calle larga, larga que va casi paralela a un arroyo que lleva poca agua.

 "El pueblo está enclavado al fondo de una cañada y cruzado longitudinalmente por un arroyo, que provee de humedad las huertas de aguacate y a una vegetación de tipo mediterráneo, propia de clima templado. En este marco natural se encuentra un caso singular de arquitectura vernácula: las capillas de Istla. La singularidad a la que se hace referencia corresponde a la presencia de un gran número de capillas oratorios, que se alzan en una localidad cuya población actual (2010) los 1300 habitantes distribuidos en una superficie de cuatro kilómetros cuadrados. Las capillas no obstante el olvido, el desconocimiento y la indiferencia aun se conservan como un caso especial de la producción arquitectónica religiosa del siglo XVIII.

 "Quien visita el sitio se plantea una serie de preguntas tales como: ¿quiénes eran sus constructores? ¿a qué obedeció su construcción? ¿cuántas eran inicialmente? y ¿cuáles eran sus advocaciones? Indudablemente sus constructores eran indígenas Ñhañhus -mal llamados otomíes-, descendientes de aquellos que, aliados con los españoles, conquistaron el Bajío. A algunos de ellos se les concedió permiso de fundar en 1550, justo en el momento de estallar la Guerra Chichimeca una colonia militar -el actual pueblo de Istla- sobre lo que era la ruta del primitivo Camino de San Miguel el Grande a Querétaro, según describe el mapa sobreviviente de la Relación de las Villas de San Miguel y San Felipe, elaborado al rededor del año de 1580.

 "La práctica de construir capillas-oratorio anexa a la habitación corresponde a una característica religiosa de los pueblos otomí y mazahua, precisamente las naciones indígenas que colonizaron esta región, -las vegas de los ríos Querétaro y Huimilpan, arroyo de Istla, río de Apaseo y río de la Laja- como consecuencia de la expansión post hispánica y en alianza con los españoles. La capilla oratorio es pues una práctica religiosa propia, anterior a la cristianización de los otomíes y que en tiempos paganos se ofrecía a un dios personalizado de un oficio o fuerza natural o al dios patrón de cada comunidad.

 "Es durante el siglo XVIII cuando durante una época de auge económico en Apaseo consecuencia de la diversificación de la economía regional -en que probablemente participarían los istleños como arrieros-, proceso que incluía prósperos obrajes y haciendas ganaderas en la región, a la disponibilidad de dinero se unieron las agresivas intenciones expansionistas de las haciendas colindantes y por ello los habitantes ñhñhus del pueblo de San Migel Istla  intentaron dejar un recuerdo permanente de su pasado. Pero el auge económico no explica la construcción de tal número de capillas -alguien ha contado hasta setenta y dos edificaciones que se pueden considerar como capillas, en muy diversos estados de conservación-. Una situación de crisis no puede explicar la febril actividad constructiva que expresa tal cantidad de capillas.

 "Como sería muy largo no pretenderemos describir cada capilla. Son construcciones típicas del siglo XVIII, interpretaciones regionales a pequeña escala de la arquitectura que se desarrollaba en la metrópolis, en los centros irradiadores de cultura  con toques particulares que las distinguían entre sí. Presentan un esquema arquitectónico predominante para la mayoría de los casos. Se desplantan sobre un terreno sensiblemente plano; la planta es rectangular de una sola nave, con un muro testero en al ábside; muros de mampostería con derrame y capialzado en el acceso y aplanado de estuco con pintura mural; cubiertas en dos tramos con bóveda de arista; arcos formeros de cantera labrada que descansan en pilastras del mismo material, con capiteles dóricos o toscanos. Al exterior se aprecia una portada flanqueada por jambas y arco de medio punto, elementos que están labrados y rematados con una cornisa del mismo material; se advierten contrafuertes masivos, para recibir el empuje de la bóveda

 "Dentro de este prototipo se realizan diversas variantes, como son la presencia de contrafuertes aligerados que evocan la arquitectura gótica, óculos enmarcados con cantera labrada, integración de altares al muro testero, construcción de torres con campanario, construcciones anexas, imitando capillas, pero con dimensiones mínimas, gárgolas de cantera labrada, cruces de atrio, etc. Pese a su deplorable estado de conservación ya que algunas amenazan ruina, otras aun conservan pintura mural. Los motivos decorativos son muy variados y dependen de cada capilla: hay así una decorada con instrumentos musicales, otra por figuras humanas -ñhañhus y españoles contra chichimecas-, etc.(1)

 "En la parte norte del municipio está situada la población de Istla, fundada muy probablemente para detener la invasión de los chichimecas y aprovechar los antiguos obrajes que existían por esta región, en la que quizá hubo asentamientos prehispánicos, ya que se han hallado vestigios de tumbas con ofrendas. El nombre es de origen náhuatl: Ixta "lugar donde abunda la obsidiana". El caserío, recostado en las laderas de la cañada, está construido con materiales de la región. Sobresale el templo parroquial dedicado a San Miguel Arcángel; por sus elementos arquitectónicos y ornamentación la construcción debe situarse en el siglo XVIII pues, además, aparece la fecha de 1711 en el arco del coro. Algo muy característico de este lugar son la capillas que, según la tradición construían las familias en particular o alguna cofradía, en honor de los santos de su devoción; las fachadas tienen cantera labrada y en algunas de ellas hay restos de pintura mural. Ya solamente queda unas cuarenta, pues muchas han sido despojadas de su cantera para ser llevada a otros lugares del país, o han sido descuidadas por ser utilizadas como habitación o troje. En una de estas capillas aparece la fecha de 1742. Son también notables las cruces atriales con símbolos de la pasión de Cristo en bajorrelieve, al estilo del siglo XVI." (2) 

 Acabamos de leer las muy atinadas descripciones que, el Cronista de Apaseo el Grande nos hace el favor de escribir y pasamos a los hechos, a lo que vi caminando por el pueblo de Istla, el cual nos va sorprendiendo a cada paso pues van saltando una a una esas 40 (dicen) capillas que hay allí. Como ejemplo observa bien esta foto, vemos un techo de lámina que hace sombre frente a una de las capillas, es usada, creo que como bodega.

 Vemos un muro, quizá es reciente, quizá se construyo para delimitar la propiedad, quizá se usó piedra que estaba formando una de las tantas capillas de San Miguel Istla...

 Sorprendente encontrarnos con esta capilla. Está dentro de propiedad privada, no sé si conserva algo en su interior...

 El pueblo se va desarrollando a lo largo de la calle principal, llega el punto en donde hay dos o tres calles paralelas. Al llegar a la Parroquia hay un puente y el camino continua loma arriba, por ahí ya no continué.

 Esta capilla pintada en azul no estaba abierta, es una de las cuatro ya rescatadas. Creo la nombran "de los Ángeles".

 Un acercamiento a la portada de la capilla que se encuentra, igual que las demás, junto a una casa. Había un par de perros nada amistosos así que ni el intento por pedir permiso para entrar hice...

 Otra capilla más, sobre la calle principal, que se encuentra totalmente en ruinas...

 La duda va asaltando al caminar por allí, al ver las piedras acomodadas, delimitando propiedades y haciendo contrapeso, me hace pensar si fueron reusadas de una capilla en ruinas... no lo sé.

 Aquí no hay vestigio alguno de capilla, pero me llamó la atención el maíz morado que estaban oreando en el patio.

 Vemos al fondo de este terreno y junto a la falda del cerro una capilla más en ruinas...

Y esto es lo que vemos en San Miguel Istla, la convivencia entre lo muy nuevo y lo muy antiguo. Al fondo alcanzamos a ver una capilla en ruinas.

 La visita a San Miguel Istla es, creo yo, indispensable para todo aquél que nació en el Bajío y está interesado en conocer más cómo fue la formación de la identidad de nuestra región. Su acceso es muy fácil, me cuentan que en los días de la fiesta, el 31 de diciembre y el Miércoles Santo llega mucha gente, el resto del año la vida corre con sencillez.


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