sábado, 26 de abril de 2014

Mayapán, la última capital de la civilización Maya.

   Mayapán es otra de las ciudades que tuvieron importancia en la civilización maya. Fue la última en existir y fue abandonada hacia 1450 aproximadamente. La razón del abandono queda dentro del mismo misterio que envuelve a las otras capitales. Igual fue la falta de agua, o la pérdida de poder, a ciencia cierta no sabemos. El sitio es cercano a Mérida, apenas a 40 kilómetros rumbo al sur, por la misma carretera que nos conduce a la llamada "Ruta de los Conventos".

    La primera idea que nos da el sitio es estar ante una réplica, casi en miniatura, de Chichén Itzá. El templo principal, se llama también El Castillo y está dedicado, también, a Kukulcán. Lo forman nueve plataformas. No lejos de él, vemos a la izquierda, una constucción circular que nos recuerda al observatorio de Chichén, un poco más allá encontramos los vestigios de un palacio que asimila en mucho al de Mil Columnas, al parecer, de lo visto en la imponente Chichén Itzá, lo que hicieron, al construir Mayapán, fue recrear sus templos y palacios.

  Veo algo que me intriga, justo casi al frente del templo del Castillo, unas piedras, colocadas en forma circular, sin llegar a formar el círculo completo, que en forma concéntrica se disponen, son cuatro, no encuentro el dato que no diga la razón por la cual están allí y dispuestas de esa forma.

  En esta toma las apreciamos mejor.

   Más datos de Mayapán los podrás encontrar con facilidad en Internet, casi todos dicen lo mismo, hay varios sitios de arqueólogos o de Universidades norteamericanas que nos hablan del sito en inglés. No quiero repetir lo mismo, así que, mejor veamos algo en donde la historia se entreteje con la leyenda:

    "La ausencia de Kukulcán fue ruinosa para la paz de las naciones aliadas, que vino a quebrantarse en el año de 1128, a causa de los señores de Chichén Itzá y Mayapán, y con motivo de unas bodas. "Chac Xib Chac, rey de Chichén, debía casarse con una noble y hermosa doncella, de la que estaba perdidamente enamorado Hunac Eel, rey de Mayapán. Desairado éste y preferido aquél, concibió la idea de impedir a todo trance la dicha de su afortunado rival.

 "Ocultando su despecho, vio con aparente indiferencia los aprestos de la boda, que al fin se celebró con todas las ceremonias de estilo en este pueblo. Cuando, según costumbre, todos estaban ebrios, incluso el Rey Hunac Eel, a la cabeza de numerosos soldados suyos, cayó sobre Chichén, atropellando, matando y ejecutando actos de barbarie sobre aquella turba indefensa, hasta alcanzar llegar a donde se encontraba la desposada trémula y aterrorizada.

 "Sin miramiento alguno la arrebató de su hogar, vestida aun con los atavíos de boda, y la llevó a su palacio. Vuelto a su cabal razón el Rey de Chichén, e informado de su desgracia, ardiendo en ira, convocó a todos sus súbditos e invitó a sus aliados, proclamando guerra y venganza contra el infame señor de Mayapán.

 "Todos los confederados, excepto los Xiues ayudaron al afrentado Chac Xib Chac y se dirigieron sobre el felón Hunac Eel. Temeroso ese de ser vencido, pidió auxilio a los nahuas que guarnecían a Tabasco, haciendo con ellos una alianza, después de hacerles tentadoras recompensas. Facilmente accedieron a ello los mexica, y enviaron en su auxilio a un buen número de guerreros, al mando de siete capitanes aguerridos y experimentados.

    "Con esta ayuda fácilmente triunfó el de Mayapán; siendo el resultado la destrucción de Chichén y la dispersión de sus moradores, puesto que los que no sucumbieron emigraron en masa haca las selvas del Sur yendo a fundar el cacicazgo de Petén itzá, y otros, en número menor, continuaron llevando una vida miserable y nómada en el Oriente de la Península.

   "Destruido el rival, odiado, volvió sus fuerzas y rencores contra los que le ayudaron. Fortificándose estos en Izamal, fueron al fin vencidos, la ciudad destruida y sus habitantes acuchillados. Con la destrucción llegó a dominar casi todo Yucatán, quedando solamente como autónomos los Xiues, que aunque celosos de su antiguo aliado, no se declaraban como enemigos, temerosos de su poder". (1)




 





























Fuente:

1.- León, Nicolás. Compendio de la Historia General de México. Herrero Hermanos Editores. México, 1902. pp. 41-42.

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