domingo, 25 de junio de 2017

El templo de Santo Domingo en Querétaro

   Aquí ocurre lo que en buena cantidad de templos novohispanos fue moda: colocar elementos neoclásicos en el interior para "modernizar" los recintos. La diferencia que sucedió en Santo Domingo fue que su rescate no se hizo hasta comenzar el siglo XIX, de ahí que se haya elegido la pintura decorativa, como si fueran tapices, que hechos en base a una plantilla, crean formas casi infinitas que una se va integrando a la otra y la que sigue, creando una interesante armonía en los dibujos plasmados. A esto se le colocaba una muy bien estudiada gama de colores, regularmente en tonos pastel, con ciertos detalles de un color intenso que nos dan un resultado excepcional.

   El diseño de la pintura decorativa fue hecha por el francés Ives Grall, avecindado en Querétaro que justo cuando ejecuta el trabajo en el templo de Santo Domingo, decide retomar la idea con la que llegó a México, de tomar los hábitos, en este caso, de consagrarse para ejercer el sacerdocio. Esto ocurre justo el día de la consagración del templo que fue reinagurado en 1904.

   Años más tarde el padre Ives Grall es trasladado a Salamanca, Guanajuato, aproximadamente en 1919, en donde realizará el decorado en dos templos, uno El Señor del Hospital, el otro Las Tres Caídas con resultados estupendos. El que ahora visitamos bien lo podemos catalogar como soberbio y de excepcional belleza.










 








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